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Adiós al feminismo de consumo

Escrito por Ana Muñoz Villar

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“A veces compraba Vogue para cenar en vez de algo para comer por que sentía que me alimentaba más”- Carrie Bradshaw.

¿Quién no recuerda a la fabulosa Carrie corriendo por las calles de NY con sus ideales zapatos de tacón buscando al hombre ideal? Bueno, aunque luego a lo largo de las seis temporadas se iban recalcando las relaciones amorosas tanto de ella como de sus amigas (pareja si o no, matrimonio jamás de los jamases), también creían establecer lo que implica ser una mujer autónoma e independiente. Y en esto último, lo que la dulce Bradshaw y sus amigas nos dejaron claro fue: “En realidad, no creo en el matrimonio, en cambio el botox funciona siempre”. En resumidas cuentas, sexo en Nueva York (como muchos otros) ha favorecido una imagen del “feminismo” tan hipócrita como irreal. La sociedad capitalista se ha limitado a guiar al feminismo por donde interesa: hacia el consumo y su correspondiente explotación. Sí, explotación.

“A veces compraba Vogue para cenar en vez de algo para comer por que sentía que me alimentaba más”- Carrie Bradshaw.

¿Quién no recuerda a la fabulosa Carrie corriendo por las calles de NY con sus ideales zapatos de tacón buscando al hombre ideal? Bueno, aunque luego a lo largo de las seis temporadas se iban recalcando las relaciones amorosas tanto de ella como de sus amigas (pareja si o no, matrimonio jamás de los jamases), también creían establecer lo que implica ser una mujer autónoma e independiente. Y en esto último, lo que la dulce Bradshaw y sus amigas nos dejaron claro fue: “En realidad, no creo en el matrimonio, en cambio el botox funciona siempre”. En resumidas cuentas, sexo en Nueva York (como muchos otros) ha favorecido una imagen del “feminismo” tan hipócrita como irreal. La sociedad capitalista se ha limitado a guiar al feminismo por donde interesa: hacia el consumo y su correspondiente explotación. Sí, explotación.

La imagen de mujer independiente y feminista se asocia en la actualidad con una mujer de éxito a nivel laboral, atractiva por supuesto, y superficial. El feminismo se ha encasillado con prácticas y discursos consumistas, y es que, para alcanzar ese éxito que el patriarcado nos vende, la propia mujer habrá tenido que explotar a otras mujeres que se encuentran en una situación más vulnerable que ella. Facilitando una vez más, la riqueza de unos pocos y enterrando la dignidad y los derechos del resto.

Las consecuencias de este estilo de vida capitalista y consumista (totalmente antifeministas) están intensificando aún mas las desigualdades de género. De hecho, la famosa huelga del 8 de marzo entre sus muchos objetivos, pretende hacer ver las consecuencias tan nefastas que tiene la sociedad consumista sobre la vida de las mujeres.

No olvidemos que fueron obreras, mujeres trabajadoras las que murieron el 8 de marzo de 1908. Murieron calcinadas por el jefe de su empresa (Cotton de Nueva York) por reivindicar una jornada laboral de 10 horas, unas condiciones dignas e iguales a las de los hombres. El 25 de marzo en 1911 en la fábrica de confección de camisas Triangle Waist Co, murieron 146 personas, entre ellas, 129 trabajadoras.

Estos sucesos no san tan lejanos a la realidad que tenemos hoy en día. La industria textil está compuesta mayormente por mujeres que son las encargadas de su producción, las cuales, se encuentran en condiciones inhumanas. Luego, después de canjear nuestra tarjeta de crédito en estas grandes multinacionales gritamos con soberbia: Hoy por ti hermana.

La imagen de mujer independiente y feminista se asocia en la actualidad con una mujer de éxito a nivel laboral, atractiva por supuesto, y superficial. El feminismo se ha encasillado con prácticas y discursos consumistas, y es que, para alcanzar ese éxito que el patriarcado nos vende, la propia mujer habrá tenido que explotar a otras mujeres que se encuentran en una situación más vulnerable que ella. Facilitando una vez más, la riqueza de unos pocos y enterrando la dignidad y los derechos del resto.

Las consecuencias de este estilo de vida capitalista y consumista (totalmente antifeministas) están intensificando aún mas las desigualdades de género. De hecho, la famosa huelga del 8 de marzo entre sus muchos objetivos, pretende hacer ver las consecuencias tan nefastas que tiene la sociedad consumista sobre la vida de las mujeres.

No olvidemos que fueron obreras, mujeres trabajadoras las que murieron el 8 de marzo de 1908. Murieron calcinadas por el jefe de su empresa (Cotton de Nueva York) por reivindicar una jornada laboral de 10 horas, unas condiciones dignas e iguales a las de los hombres. El 25 de marzo en 1911 en la fábrica de confección de camisas Triangle Waist Co, murieron 146 personas, entre ellas, 129 trabajadoras.

Estos sucesos no san tan lejanos a la realidad que tenemos hoy en día. La industria textil está compuesta mayormente por mujeres que son las encargadas de su producción, las cuales, se encuentran en condiciones inhumanas. Luego, después de canjear nuestra tarjeta de crédito en estas grandes multinacionales gritamos con soberbia: Hoy por ti hermana.

Por suerte, cada vez, encontramos más proyectos y alternativas que pretenden no solo cambiar este tipo de producción, sino que apuestan por un empoderamiento femenino real. Haciendo por fin justicia a la esencia del feminismo. Y es que, lamentablemente, no es suficiente con salir el 8 de marzo a gritar “revolución” para luego, como nuestra amiga Bradshaw, ocupar nuestra mente en sandeces como rellenar nuestro vestidor.

Por suerte, cada vez, encontramos más proyectos y alternativas que pretenden no solo cambiar este tipo de producción, sino que apuestan por un empoderamiento femenino real. Haciendo por fin justicia a la esencia del feminismo. Y es que, lamentablemente, no es suficiente con salir el 8 de marzo a gritar “revolución” para luego, como nuestra amiga Bradshaw, ocupar nuestra mente en sandeces como rellenar nuestro vestidor.

Por suerte, cada vez, encontramos más proyectos y alternativas que pretenden no solo cambiar este tipo de producción, sino que apuestan por un empoderamiento femenino real. Haciendo por fin justicia a la esencia del feminismo. Y es que, lamentablemente, no es suficiente con salir el 8 de marzo a gritar “revolución” para luego, como nuestra amiga Bradshaw, ocupar nuestra mente en sandeces como rellenar nuestro vestidor.

Por suerte, cada vez, encontramos más proyectos y alternativas que pretenden no solo cambiar este tipo de producción, sino que apuestan por un empoderamiento femenino real. Haciendo por fin justicia a la esencia del feminismo. Y es que, lamentablemente, no es suficiente con salir el 8 de marzo a gritar “revolución” para luego, como nuestra amiga Bradshaw, ocupar nuestra mente en sandeces como rellenar nuestro vestidor.